Granada acogió ayer una nueva actividad dentro de la tercera edición del Programa Andaluz de Cultura Gastronómica, impulsado por la Consejería de Cultura y Deporte con el patrocinio de la Fundación Unicaja
El Museo Arqueológico y Etnológico granadino acogió ayer la charla-coloquio ‘La cultura gastronómica en la televisión (o cómo meter los pies en el plató)’, moderada por el coordinador del Programa ‘Andalucía come Cultura’, Fernando Huidobro, y protagonizada por los actores Juan Echanove y Ricardo Gómez
Granada, 5 septiembre de 2025
Si se puede o no comer con los ojos, la proliferación del contenido gastronómico en el universo audiovisual como una ficción más que capta la atención del espectador o si la realidad televisiva puede educar o no en materia culinaria fueron algunos de los temas tratados ayer en el Museo Arqueológico y Etnológico de Granada, durante la charla coloquio ‘La cultura gastronómica en la televisión (o cómo meter los pies en el plató)’, moderada por Fernando Huidobro y protagonizada por los actores Juan Echanove y Ricardo Gómez. Esta actividad, incluida en la tercera edición del Programa Andaluz de Cultura Gastronómica ‘Andalucía come Cultura’, promovida con el apoyo de la Secretaría General de Innovación Cultural y Museos de la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía —a través de su Dirección General de Innovación y Promoción Cultural— y con el patrocinio de la Fundación Unicaja, contó también con la presencia del delegado territorial de Turismo, Cultura y Deporte, David Rodríguez y de la directora del Museo granadino, María Ángeles Ginés Burgueño.
La directora del Museo se mostró agradecida por que la institución acogiese una actividad como esta charla-coloquio y que incide en la vocación de apertura del Museo a toda la ciudadanía haciendo accesibles distintos contenidos, de diferentes maneras. Por su parte, David Rodríguez respaldó la apuesta de la Consejería de Cultura y Deporte por eventos de este tipo y resaltó que Granada, y concretamente este Museo, es un escenario perfecto para iniciativas como las que se programan en ‘Andalucía come Cultura’, en especial en lo que conecta a la gastronomía con ese valor de origen, de forma de vida, de vinculación a la cultura autóctona.
El coordinador de ‘Andalucía come Cultura’, Fernando Huidobro, introdujo el coloquio, destacando en un primer momento la finalidad del programa, que no es otra más que despertar una realidad que hasta el momento ha estado tapada: la irrevocable conexión entre gastronomía y cultura. Seguidamente profundizó en el tema concreto que se iba a tratar en la velada granadina, concretamente en cómo la televisión cada vez invita más a “comer con los ojos” y a disfrutar de “sabores lejanos”. “La gastronomía así dicha, en su actual sentido, cada día que pasa ocupa más tiempo y espacio en televisión —continuó Huidobro—, en un imparable proceso de popularización. Esa imagen y la representación del cocinar y del comer se aleja cada vez más de la realidad que sirvió de modelo… lo cierto es que la está cambiando, haciéndola evolucionar y avanzar hacia el futuro, sea cual éste sea”. Así, continuó ahondando en que este protagonismo no es exclusivo de la televisión, sino que ha pasado a otras pantallas, como la de los teléfonos, y al respecto centró su reflexión en cómo a pesar de esa constante presencia de contenidos culinarios y gastronómicos en esos nuevos espacios, “nunca dejará de ser una prolongación audiovisual, ser meros observadores ajenos a lo que de verdad debería importar: el comer en vivo… Mediante la mirada y la observación no es posible disfrutar plenamente del comer. Sí se puede babear y disfrutar, pero es sin duda un disfrute platónico, donde no influyen los sentidos del gusto, el olfato y el tacto, que son los que lo hacen real”.
Comer con los ojos, ¿una irrealidad?
El moderador abrió a continuación el coloquio lanzando la idea de si se puede comer o no con los ojos y sobre la irrealidad o no que se desprende de esa presencia de la gastronomía en la televisión. Para responder, Juan Echanove elevó la reflexión al terreno de la ficción y en cómo en ella “podemos enamorarnos de determinados actores o actrices, de un paisaje que gracias a la fotografía ha sido bien retratado… Si podemos odiar a personas de la ficción por su comportamiento antihumano, porque no emocionarnos ante el humeante guiso de un personaje o ante un producto elaborado por un productor con esfuerzo. La televisión es ficción, incluso cuando pretende ser realidad, en el documental, es ficción. Como leía hace poco en redes sociales, hay más ficción basada en hechos reales que hechos reales en sí”.
El veterano actor y director de teatro hizo referencia también a las otras pantallas, las redes sociales, etc., y al desbordante consumo de imágenes y mensajes a los que está expuesta la gente a una velocidad tremenda y donde “las cosas no dejan profunda huella y pasan por nuestra vida como episodios pasajeros”. Pero está claro, como añadió, que “finalmente este es el mundo y oponerse a él sería un acto suicida”; aunque “sí creo que la oferta de la gastronomía dentro de los soportes audiovisuales ha crecido tanto en los últimos años que corre el riesgo de banalizarse, porque si entendemos que un programa de ficción en el que cocineros compiten es realmente cocinar, mal vamos…”.
Para Ricardo Gómez “cada cosa tiene su espacio, y se pueden mezclar; puede haber una gastronomía en pantalla, pero el riesgo que corremos es que con la velocidad tan bestia a la que nos sometemos en el día a día, en ese ritmo vital tan grande, a veces confundimos lo que es verdad con los que es mentira, lo que es ficción con lo que no lo es, y en esa nebulosa queremos tener el físico del influencer, comer donde lo hacen los actores o los deportistas… y eso al final es una mezcla del mundo real con una ficción que entra en nuestra vida continuamente, la llevamos de la mano, y eso conlleva riesgos. Creo que hay que aplicar una capa de sentido común que quiero pensar que no hemos perdido del todo”.
La relación televisiva con la comida
La charla avanzó y Fernando Huidobro dirigió la conversación a si la televisión ha ‘matado’ la relación con la cocina. Gómez consideró que es notorio que la gastronomía avanza gracias a diversos altavoces, a las pantallas, al cine, a las redes sociales, “pero en mi caso si no experimento creo que todo queda en experiencias que están incompletas. Yo puedo entrar en Google Imágenes y buscar una fotografía del Guernica, pero nunca será comparable a salir de casa, ir al Reina Sofía y mirar el cuadro”.
Por su parte, Echanove destacó respecto a esa creciente programación gastronómica que “cada vez es más difícil innovar en formatos respecto a esto de comer o viajar… Yo lo veo todo, pero lo que menos me gustan son los concursos, lo tengo claro… Los concursos de cocina fundamentalmente pretenden hacer aflorar tensión y sufrimiento, y creo que la cocina y la gastronomía no tienen nada que ver con eso. Con el placer, con la charla, con la distracción… con eso sí tienen que ver”. Al respecto matizó que esos programas de viajes, donde se intenta conocer un territorio, lo que come la gente, etc., son interesantes para televisión, “pero son muy limitados”, porque para conocer las diferencias y singularidades hay que explicarlas, y “la televisión no es ya un buen terreno para lo verbal, pues la capacidad de atención de una persona sobre un soporte audiovisual, como un móvil, no pasa de los 20 segundos. Además de que se ha inventado un ‘lenguaje de influencer gastronómico’, que todos dicen lo mismo. Es un lenguaje aprendido con lo cual da igual que estén en un restaurante con tres estrellas Michelin o en una venta de carretera”, aseveró.
Por su parte, Fernando Huidobro avanzó en este aspecto, y sobre si “la verbalización se está complicando o no hay paciencia o capacidad”, para lo que Echanove se mostró claro: “es difícil transmitir el lenguaje del universo, el lenguaje de lo atractivo… y al final todo se convierte en un totum revolutum donde la gente cree que ha viajado sin viajar y cree que ha comido sin haber comido”.
La mesa, espacio para desgranar la psique del personaje
Respecto a si se puede hablar de una saturación de contenidos gastronómicos en las series y en el cine, donde cada vez aparecen más escenas en los que los protagonistas están comiendo, compartiendo un desayuno o una cena, etc., Gómez incidió en que “eso tiene que ver con la evolución de la ficción. Antes eran más frecuentes historias con ambientes y temas que no tenían que ver con lo cotidiano y en las que era más difícil que nos identificásemos como ciudadanos; y aunque sigue habiendo ese tipo de historias, en las series y el cine cada vez hay más miradas de la ficción en las que el espectador se siente identificado y donde se ha hecho un viaje a la realidad de los espectadores”.
“No hay nada más cotidiano —continuó— que levantarte y hacerte un café, o contar una relación de pareja o de familia y hacerlo en su mundo, entrar en su rutina… Presentar a un actor que dedica tiempo a prepararse un café, que lo pesa, controla el agua, etc., y otro que lo toma de cápsula, al final muestra un tipo de personalidad. El sentar a personajes a la mesa, cómo se sientan alrededor de la comida… ese es un altavoz para mostrar universos distintos…”.
El coloquio se dirigió a otro plano, y es a si la televisión sirve para educar en gastronomía, y para Gómez eso “depende de las elecciones, del botón al que cada uno le dé, de si optas por un programa de Arguiñano o prefieres un concurso donde pelean por ganar. No es lo mismo ‘Un país para comérselo’, donde se iba a una región, a conocer las raíces culturales de ese sitio, su gastronomía como una forma de profundizar en su cultura…”. “Al final —añadió— son decisiones de cada uno, donde cada cual elige lo que quiere; no se puede forzar, tiene que moverte de alguna manera”.
En relación con este último aspecto, Echanove sí se mostró a favor en cierto modo, porque “todavía creo en la televisión como algo que puede mejorar la vida y efectivamente depende de la capacidad de elección, de dónde te sitúes tú”. Aunque si matizó que para entender de gastronomía hay que ser ambicioso y es necesario dar el paso y saber cocinar, “y no me refiero a saber hacer grandes florituras, pero sí a tomar la iniciativa como individuo de comprar un alimento, transformarlo y comerlo. A partir de esa experiencia todo lo demás aporta, ya sea televisión, un libro, etc. Al contrario de lo que dicen algunos, sigo creyendo que en el futuro habrá una minoría selecta que seguirá cocinando…”.
Sobre el programa ‘ACC’
La Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía promueve la tercera edición del Programa Andaluz de Cultura Gastronómica ‘Andalucía come Cultura’ a través de la Secretaría General de Innovación Cultural y Museos, y lo hace con la intención de defender “la realidad de la gastronomía como patrimonio cultural de un territorio, en este caso el andaluz, y un elemento más en la construcción y esencia de la personalidad y forma de entender la vida de los andaluces”.
Como insiste su coordinador, Fernando Huidobro, esta tercera edición “pretende, a través de sus diferentes actividades, visibilizar la estrecha e indisoluble relación de la gastronomía y la cultura, unirlos de manera indisoluble y llevar ambos conceptos a la cabeza de todos los andaluces y al mundo de la gastronomía; porque la gastronomía es cultura de principio a fin”. Entre las singularidades que rodean a esta convocatoria de 2025, Huidobro resalta que se abrirán nuevos caminos, conectando la realidad gastronómica con diferentes lenguajes culturales y creativos —en sus manifestaciones más o menos ortodoxas— como por ejemplo la música; la comunicación y el medio televisivo; o la tauromaquia.
Además de la cita de ayer, este año se han desarrollado ya otras acciones en Huelva, en torno al cerdo ibérico; además de en San Sebastián, donde la cocina y las viandas de la provincia de Cádiz fueron protagonistas de una jornada formativa-divulgativa; o Málaga, donde se profundizó en el mundo de la restauración. El Programa Andaluz de Cultura Gastronómica se nutre en esta labor de difusión de la cultura y el patrimonio gastronómico de diferentes acciones, como talleres monográficos en restaurantes andaluces, mesas redondas y diálogos con diferentes referentes de ámbitos gastronómicos, culturales, científicos, etc.







